Crónicas desde el paraíso

¿Te atreves a volar?

Esperé diez años para ver el espectáculo- performance Villa Villa de De la Guarda, la compañía de teatro alternativo argentina más famosa del mundo. La verdad creí que nunca iría pero el destino confabuló a mi favor.

En mis boletos la hora pactada eran a las 20:30 hrs. Pero después de 45 min de espera en el lobby mientras que algunos aprovechaban para sentarse en el piso a sabiendas de que el espectáculo es de pie y era mejor no entrar cansados, finalmente los traviesos miembros del staff nos instaron a formar dos filas y dejarnos entrar no sin antes las clásicas reglas del juego: no cámaras, no celulares, no objetos extraños.

Y el juego comienza cuando nos encierran en una sala oscura, levemente iluminada con dos luces amarillas a los costados. La capacidad es para pocas personas, imponiendo un ambiente lúgubre y misterioso al entrar, mientras que los traviesos del staff uniformados en negro nos animaban a ubicarnos al centro de la oscura sala. Hacia arriba una lona de papel blanco nos cubría.

Nos dejan en silencio, observándonos, familiarizándonos, todos aparentando seriedad sin dejar de estar a la expectativa de lo que vendrá. ¿nervios? ¿miedo? Sí, se sienten, y he de confesar que de momento a la mayoría de las personas que ahí nos encontrábamos nos recordó a las cámaras de gas de un campo de concentración Nazi por lo que las risas nerviosas no he hicieron esperar, seguidas de el apagón de luces dejando como guía sólo los gritos nerviosos de ciertas personas – las claustrofobicas, supongo- después escuchamos chisteos y susurros arriba de nosotros pidiéndonos silencio.

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Lo que era una lona blanca se convierte en una hermosa e inmensa pantalla en la que comienzan a desfilar figuras veloces, sombras, colores, y sonidos, dejándonos a todos hipnotizados centrándonos en cada uno de los detalles que nos van mostrando poco a poco, primero figuras, después sombras, luces, globos, bolitas pequeñas, lo más impresionante es un cielo nocturno y el universo estelar que logran representar con pinturas y luces negras, después comienzan las amenazas, el movimiento, seres extraños empiezan a romper la lona, asustando, sorprendiendo, gritando, hasta que finalmente es el mismo público quien desesperado y ansioso rompe la lona blanca para ver qué hay más allá.

Entran la música, las luces robóticas, el humo, la humedad.

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Y Ahí comienza la segunda parte del juego, conocemos a nuestros verdugos, seres disfrazados de oficinistas que disfrutan volando sobre nosotros, sobrevolando los extremos del lugar, gritándonos en un lenguaje que no alcanzamos a entender. Desean hacer contacto con nosotros, sus criaturas cautivas a sus pies, mientras los traviesos de negro nos protegen y cuidan que no nos hagamos daño ni lo provoquemos a los voladores en un arranque defensivo.

Inicia la fiesta, los queremos conocer, y ellos quieren acercarse a nuestro entorno mientras estiran sus manos para tocarnos. La gente se emociona, grita, sonríe, sin dejar de estar atenta a lo que va sucediendo, porque todo es muy rápido, hay luz, luego oscuridad, cae agua, luego llega un inmenso viento imitación de huracán. Después la lluvia, la música sube de tensión, para después ser tan melodiosa como canción de cuna.

Contrastes, inestabilidad. La gente ya se mueve con más soltura, a dejado el miedo y quiere disfrutar mientras los seres han bajado y hacen contacto, caminan entre el público, los tocan, los abrazan, los besan, los mojan a la par que algunos siguen volando. Los sonidos de percusión llegan y alteran el ánimo colectivo.

Los inquietos voladores siguen caminando entre las personas, mirándolos a los ojos, retando su aparente seguridad mientras que a una chica distraída uno de ellos la ha tomado de la cintura por sorpresa y se la ha llevado a volar por los aires ante la mirada atónica del resto.

Llueven papeles, sigue la música para que antes de finalizar el show los voladores agradezcan a sus criaturas cautivas la cooperación, los traviesos de negro comienzan a cercar a las personas hacia el centro, y es ahí cuando la música sube de volumen y los inquietos voladores dejan el cielo para quedarse abajo, toman a las personas que estén dispuestos a la aventura y en medio de una lluvia artificial que sorprende a los espectadores, inician un baile con las percusiones, las luces, y el sonido.

Los que no se quieren mojar huyen y se cubren. Los que se quedan, se mojan, lo disfrutan, mientras los voladores los funden entre abrazos, todo es fiesta hasta que finalmente las luces se encienden y la fantasía se termina. Los inquietos voladores regresan corriendo a su guarida.

Ir a ver Villa Villa y no salir empapado y con la sonrisa en los labios es como no haber ido.


Antecedentes:



Se llama Villa Villa porque en las Villas era donde se formaban los espectáculos con poco presupuesto en algún lugar de Argentina.

El nombre De la Guarda hace alusión a los ángeles de la Guarda y su capacidad de volar.

Se presentó por vez primera en Argentina en 1995

Se ha presentado con éxito en lugares como New York, Australia, Londres, Milan, Athenas, Tokio, Ámsterdam, Rusia, España, Lisboa, Brasil, Australia y finalmente !México!.

Algunas personalidades que han visto Villa Villa: Madonna, Michael Jackson, Demi Moore, Kilye Minogue, Almodóvar, Miguel Bosé, Bono, David Bowie.