"La culpa la tuvo la pasta de dientes, mamá" le decía Doris desconsolada a sus padres en plena comida familiar cuando soltó el bombazo de que se divorciaba. Atrás quedaron las fotos de la fiesta, los regalos de la mesa de bodas, la luna del miel en el crucero al caribe pasando por Miami. Los expertos se han cansado de decirlo una y mil veces como mantra:
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"Cuidado con los pequeños detalles, cuidado con la pasta de dientes y la taza del baño, las puertas del closet se deben cerrar, los calcetines no se dejan tirados en el suelo, al arroz no se le deja mucho hervor porque se hace masa, trabajar de 9 a 6 y encima llegar a lavar y barrer" tantas advertencias en vano y la ingenua de Doris creía que el matrimonio era lo mismo que el noviazgo, que el amor era inmune a la cotidianidad. Pues bien, las cosas fueron muy distintas después de los cinco años de casada y ahora el romanticismo y la idealización se habían transformado en celos posesivos y peleas todos los días por cualquier pendejada... fin.
Lo curioso es que a nivel social el divorcio sigue siendo un tema escabroso, algo así como un mal que no se le desea a nadie o una razón para alegrarse en dado caso de que le suceda a otra persona (que dudo que alguien quiera alegrarse nada más por que sí) el divorcio es esa situación que las abuelas impedían a toda costa soportando lo que fuera porque no era bien visto y nadie lo hacía, el divorcio un tema tabú para las generaciones de los 70's pero que en la década de los 80's comenzó a hacerse presente cuando cada vez más parejas se divorciaban a los pocos años de casados.

Es común que nuestra generación haya muchos de hijos de padres divorciados casi en igual medida que en padres casados, ahora el matrimonio ya no es para toda la vida ni hasta que la muerte los separe. Ahora te casas con los pies en la tierra, sabiendo de antemano que puede tener fecha de caducidad y hay que echarle el doble de ganas que nuestros padres para que el matrimonio sea duradero o por lo menos placentero.
Pero, ¿qué cuando no sucede? Cuando el daño está hecho, cuando ya tienes el papel de divorciado y pretendes seguir con tu vida normal. En primera habrá que quitarle el significado desastroso que tiene la palabra, y para eso Doris pasa por el proceso del mariconeo. !Le han pedido el divorcio! el mundo se va a acabar, para ella es la gran tragedia del año, él ya no la quiere y la deja. El ritual a seguir es pasar unos días en cama llorando su desenlace, sin ganas de nada, hablando sólo con poca gente y escuchando una y otra vez esas canciones que sirven para azotarse más. Después se anima y sale un poco pero no deja de sentirse como si tuviera una letra escarlata tatuada en la frente, ahora socialmente tiene el calificativo de divorciada - y cuanto pesa- y los que la conocen procuran no tocar el tema trantándola con consideración.
Me platicaron el caso de un tipo que le pidió el divorcio a su esposa porque finalmente se percató que era una zorra que se había acostado con media empresa, ella le dio el divorcio hasta con burla e insultos a sus familiares, como resultado el tema se toca poco, y lo miran con conmiseración. Error, nada de compasiones, la actitud debe ser otra, dejar de tratarlo como el pendejo y decirle algo como: "Hey, hay muchas mujeres más, Go tiger!" Y es que desde mi punto de vista debemos de darle a divorcio un significado festivo, una celebración, así como celebramos que nos casamos celebremos pues que algo acabó y que la vida era antes de eso así que seguramente seguirá también. ¿Porque aplaudir el éxito y esconder el fracaso? Quien no se equivoca no aprende. Claro, aunque al principio duele como una daga.
Doris se propone festejar el hecho de que se ha divorciado y mentalmente borra de su vocabulario la horrorosa palabra de "divorciada" por alguna que más le guste. Comienza haciendo cambios en su vida y a la basura todos los malos recuerdos del matrimonio desecho. Al diablo las fotos de Miguel y las camisas polo que olvidó en el closet, mismas que días atrás sobaba aferrada a su recuerdo. Bienvenidas las canciones que dignifican el orgullo y pecan de optimistas, lo que Doris necesita es alegría. Y aunque es peor ser abandonada por un tercero eso a ella no le afectará más.
Tras días de oscuridad Doris despierta y organiza su fiesta del Divorcio, que se abra la champaña, que se encienda la música, traigan el karaoke con el catálogo de desamor más extenso que exista pues cantando se exorcizan los cupidos trasformados en demonios, es hora de vivir en carne propia la filosofía de Paquita la del Barrio, porque ella sí comprende a la mujer y sabe de desamor. Vengan todas las mujeres que quieran liberarse por un día y desahogar sentimientos, no hay mejor compañía que un grupo de mujeres solidarias para confesar que Miguel la tenía chiquita y reír a coro.
En la fiesta del divorcio que se quemen las fotos, los recuerditos y cartas. Habrá un chingo de globos como si fueran prospectos, que traigan al chaman que haga una limpia de huellas de aquel amor y nos deje listas para degustar las nuevas bocas, catadora de besos la profesión de moda. Destrozos, ridículos, risas, vómitos, una torna fiesta hasta que el cuerpo aguante y los recursos escaseen, y como Doris es muy buena mexicana el menudo y el pozole al amanecer no podrán faltar. !Ah, que noche la de anoche! Se dirá a si misma con soberbia. Y como todo ritual social tiene un toque religioso, el ritual de cierre también incluye que el domingo Doris vaya a la iglesia a darle gracias a Dios por el divorcio. Ahí mismo donde juró que lo que Dios une no lo separaba el hombre... pues, bien, una abogada feminista desafió aquella sentencia.
La buena noticia después de un divorcio es que por causas naturales todo tiene un ciclo reiterativo, creación, muerte y renacimiento. Un error no es destino y siempre se puede comenzar de nuevo. Los tiempos cambian, las creencias también y pronto puede que cambien también las costumbres. La vida como el amor es un constante cambio, cada decisión tiene dos oportunidades. Y yo le diría a nuestra querida Doris: sí, es cierto lo que me dijeron en alguna ocasión....
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