jueves

Un cigarrito afuera

Ay, no exageremos, mano dura con los otros

nasbes

La verdad es que el placer del cigarro nunca terminó de convencerme. Comenzó como un jueguito de pubertad y terminó cuando cambie de amigas y me di cuenta que esos pesos eran mejor aprovechados en el puesto de cassettes pirata que quedaba por la prepa. Su lugar lo ocupó el gusto por la cerveza de barril, y la sol que, luego, también por azares del destino, tuve que dejar porque al calor de las chelas llamaba altas horas de la madrugada para decirle cursilerías amorosas a las personas cosa que, obviamente, al día siguiente me llenaba de vergüenza. Aunque a más de una persona sí deleite hasta la risa con mis confesiones. Gloria, una amiga de la prepa en ese entonces, (a quien no sé ni porqué llamé) me llamó al día siguiente, por la tarde, y me dijo: “Te pones bien chistosa, mensa” Entonces, yo, fingiendo una risita nada más atinaba a decir: “Sí verdad, qué oso” a la vez que me preguntaba qué carajos le habría dicho.

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Pero si mi atracción por llenarme de cassettes pirata no hubiera sido tan fuerte, de seguro ahorita sería una más de las fumadoras de Benson. Y seguramente también me cagaría la madre que me impusieran una ley tan ruda y discriminatoria como la que impusieron en el DF a los amantes de la nicotina. Por un lado (no lo negaré) sí es bien molesto estar cerca de un fumador cuando no fumas, porque el humo se te hace muy fuerte, en serio que marea, pero, bueno, eso es soportable, pero lo que a mi sí me molesta bastante es que te impregnas super gacho. Terminas con la ropa toda olorosa, hasta el cabello te huele. Y oler a cigarro sí es bien molesto.

Pero como vivimos en sociedad y supuestamente debemos de respetarnos y ser más armónicos ya sé que como esas dos cosas me chocan procuro sentarme en las áreas de no fumadores donde nos la pasamos muy bien. Y fin del problema. Cuando estoy a solas con otra persona que fuma le pido amablemente que se aguante un rato mientras platicamos para estar más cómodos o cuando estoy en un grupo donde todos fuman me salgo un rato para que se me baje el mareo. Creo que ambas partes podemos hacer el esfuerzo, sin embargo, sí me parece una exageración eso de que los policías pierdan tiempo agarrando a fumadores en los lugares prohibidos que persiguiendo ladrones y sicarios en las calles.

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Me tocó escuchar comentarios como: “Sí, pinches fumadores que dejen el vicio” pero al actuar así volvemos al conflicto eterno de la discriminación y la intolerancia. La mayoría de los lugares cerrados tienen un espacio para unos y para otros, (si vas a un antro pues ya sabes a lo que el olor impera) si quieres te alejas pides chance de ir a tomar un poco de aire – porque el número de fumadores es un gran porcentaje de cualquier grupo social, o sea que te jodes- y aunque algunos les molesta, o se sienten, terminan entendiendo, aceptanto que para uno es molesto y respetando.

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Sin embargo a mi me molesta la actitud ciertos no fumadores de luego, luego señalar. Cuando ven a alguien fumando comienzan con sus consejos que nadie solicita: “Te hace daño” “Te puede dar..” “Cómo has de tener los pulmones” (ésta yo la decía) “Ya déjalo” “!¿Casi te acabas la cajetilla?!” que a mi se me hace muy cruel porque cualquier vicio te jode, de sobra lo sabes, entonces creo que nadie necesita que nos estén recordando a cada rato la factura a pagar por nuestro placer.
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El otro día iba con una amiga por la Plaza Hidalgo y ella iba fumando, cuando en eso una señora nos detuvo y casi gritonenando nos dijo todo lo malo que era fumar. ¡Y a ella qué carajos le importa! ¿Quién le pidió su opinión? ¿Qué derecho tiene de aborardarnos así, en pleno parque, cuando ninguna de las dos éramos unas chavitas menores de edad? Eso fue muy molesto, fuimos educadas con ella, pero qué desagradable mujer. O sea no le estaba fumando en la cara, respétanos. Pienso que esa ley es una exageración cuando hay otras cosas en las que se necesita el ejercer rigor.

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Como en el caso de los conductores ebrios que sí desgracian muchas vidas, matan a personas, destruyen familias. Los fumadores no atentan con la vida de un no fumador de una forma directa, tan agresiva y pendeja como lo hace un conductor ebrio que te llega encima a las ocho de la mañana cuando viene hasta las chanclas pasándose los rojos e invadiendo carriles, a ellos sí hay que ponerles todo el peso de la ley por irresponsables. Es lamentable que se gaste tiempo y sesiones en eso cuando afuera seguimos llenos de ladrones, secuestradores, narcotraficantes, violadores y mujeres maltratadas.

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Y si quieren dejarlo porque subir escaleras es un calvario, pues inténtenlo. Porque si Alexis Ayala, en una de las tantas grandes decisiones que cambiaron su vida (como ¡prepararse solo el desayuno!) decidió un día dejar el cigarro pues ustedes también pueden, a huevo. Y si les gusta y son respetuosos con los demás pues chido. Yo creo que hay espacio para todos.


He ahí a mi fumador consentido



Grrrr, Moretti, quiero un hijo suyo y se ve bien papi. Descendencia italiana es lo de hoy.

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(A los que les molesta, bah, algún día lo dejarán y sin pinches leyes de por medio)

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