My blueberry nights

Amor dulce y salado

Me parece que la música de Norah Jones es ideal para sentirse personaje de una película romántica. A muchas personas nos gusta musicalizar nuestros momentos como si estuviéramos dentro de una película o de una serie. Yo no salgo a ningún lugar sin mi reproductor de música y un libro, son indispensables en mi bolsa, simplemente no puedo salir sin ellos. Y varias veces me ha pasado que musicalizar un recorrido por la ciudad con alguna canción de Norah vuelve aquella experiencia cotidiana y desesperante – hora pico, tráfico, calor, ruido- en un momento sublime, soñador, y fantástico.

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Recuerdo con placer un día que iba en el ruta 1 sobre avenida Constitución viendo a mi izquierda el río seco y paisaje extraño dan las casas de la colonia Independencia, tipo Guanajuato, a ratos Tijuana, y a ratos nada más casitas de juguete adornando el cerro. Yo escuchaba Sunrise de Norah Jones, el ambiente olía a tierra mojada y aire fresco se colaba por la ventana del autobús. Eso sin música no se vive igual.

Me gustó mucho la faceta de actriz que tiene Norah en My Blueberry Nights del director chino Wong Kar-Wai que tiene una forma muy chida de contar sus historias, el uso de colores, de tomas interesantes, pero sobre todo el diálogo interno de los personajes que hace que te identifiques con ellos de manera íntima. Historias de amor bellas, intensas, románticas, y dramáticas, lo que me gusta. Hace mucho que vi la de Days of Being Wild y me falta ver el resto, quedé muy emocionada, la he buscado en dvd pero no he tenido éxito. Si alguien sabe, avíseme.
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Es que me atrevo a decir que quien no ha sufrido por amor o de desamor en su vida, no ha vivido. Es más, no ha amado. Y cuantas veces tenemos que embarcarnos en todo un proceso – masoquista de principio- emocional para renunciar al amor que ya no es lo que era, que ya no es para nosotros o quizá simplemente nunca lo fue. Y si en medio de ese caos sentimental, de esa contienda en el campo de batalla amoroso, nos ofrecen una rebanada de pay de arándanos con nieve y nos escuchan mientras la música de Norah nos aquieta, la perdida por ese amor puede que ya no nos duela tanto.

Pero a veces para cerrar la puerta de una historia amorosa tenemos que experimentar el amor y el desamor en otras personas y vernos reflejados para, entonces sí, regresar y enfrentar nuestros demonios. Como irse demasiado lejos en busca del amor que, a final de cuentas, estaba frente a nosotros, en nuestras narices. Eso es lo que aprende, Elizabeth, el personaje de Norah Jones, que después de romper son su novio y sufrir decide viajar por los Estados Unidos, trabajando como camarera, encontrándose en el camino con otras historias de amor, tan tristes o más que la suya. Y mientras vive reflexioando del amor y de la vida le escribe cartas a la única persona que sabe está al pendiente de ella, el personaje de Jude Law, Jeremy, que se ve divino, que es romántico sin ser el típico galán bofo y que a manera de Penélope masculino simplemente espera con fe ciega el regreso de Elizabeth.

Cabe recalcar que Rachel Weisz en el papel de Sue, que, aunque breve, está maravillosa, hay una parte muy llegadora en donde va a beberse una copa, titubea, yo casi quería decirle “¡No lo hagas! ¡No!” y el personaje de Norah Jones no hace nada por deternerla más que observar, lo mismo que hacemos en ocasiones cuando nos sabemos incapaces de consolar a alguien herido por una de las flechas malas de cupido. Y bueno, Natalie Portman como la mentirosa Leslie, también está maravillosa, divina, grandiosa, la vida es un juego en el que no siempre ganas y en donde la confianza tiene un papel predominante.

Está buena Wong Kar- Wai es garantía a la hora de mover sentimientos, enfrentarnos con el corazón y vernos reflejados en sus historias, porque todos al final de cuentas lo que deseamos es amar y lo que buscamos es el amor, el amor genuino que tanto nos han predicado, que tanto nos prometen los libros, películas y canciones. Que muchas mujeres somos Elizabeth y muchos hombres Arnie o quizá Sue, Leslie, o Jeremy. El final es delicioso, irónico que darle un beso a quien amas te tome meses, años, pero sucede. Independientemente de que me gustó, prefiero sus películas con actores orientales.